Labran en la penumbra los cristales
Y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales).
Las manos y el espacio de jacinto
Que palidece en el confín del Ghetto
Casi no existen para el hombre quieto
Que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
De sueños en el sueño de otro espejo,
Ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
Labra un arduo cristal: el infinito
Mapa de Aquél que es todas Sus estrellas.
Jorge Luis Borges en Antología personal (1961), incluido en Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea. 1914-1970 (Alianza Editorial, Madrid, 1971, ed. de José Olivio Jiménez).
Otros poemas de Jorge Luis Borges y artículos sobre su obra
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
Tristemente los judios les tocó duro y tupido en aquella época, espero que a pesar del mundo demente en que vivimos, no la pasen tan mal. Saludos
ResponderEliminarLos humanos somos un poco bestias, y cuando no son los judíos son otros los que padecen la barbarie.
EliminarUn abrazo.
Me parece osadía, en general, comentar la (buena) poesía. Me lo parece, en especial, con el Borges poeta. Un abrazo
ResponderEliminarEn cierto modo estoy de acuerdo contigo, jajajajajaja. Pero si uno es honesto y cree tener conocimientos suficientes para enfrentarse a ello, a lo mejor la osadía es necesaria.
EliminarUn abrazo.
No habla de los judíos, habla, me parece, del panteísmo: "de Aquél que es todas Sus estrellas". Habla de Baruch Spinoza, que inició su camino en la extensión y tiempo, como un judío...
ResponderEliminarEso es, usa la palabra judío para referirse al personaje sin citar su nombre.
Eliminar