Habíamos puesto en orden la casa
y corrido las cortinas;
en el sótano teníamos provisiones suficientes,
carbón y fuelóleo,
y escondida en las arrugas de la cara
la muerte en ampollas.
Por el resquicio de la puerta vemos el mundo:
un gallo decapitado
que corre como loco por el patio.
Ha dado al traste con nuestras ilusiones.
Colgamos las sábanas de los balcones
y nos rendimos.
Günter Eich, incluido en 21 poetas alemanes (Visor Libros, Madrid, 1980, selecc. y trad. de Felipe Boso).
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