Esa noche
levantamos la muerte de la mesa
y lavamos los platos.
Esa noche
tu cintura rodó como un globo de fuego.
Nos reímos
debajo de la cama.
Al día siguiente
te miré fijo:
echamos a la suerte
quien cocinaría
los restos húmedos.
En adelante
siempre fuimos otros:
jugamos a ser príncipes
en una casa desalojada.
Hoy descubrí una araña transparente
en el techo del cuarto;
mañana quizás
salte por la ventana
Delfina Tiscornia en Ella camina sola (Olmo Ediciones, Buenos Aires, 2006).
Otros poemas de Delfina Tiscornia
Guárdate de las gradas del amor
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
Buen poema nos compartes, amigo. Gracias.
ResponderEliminarAbrazo