En cada hueco estaba sentado un dios.
Si se abría una piedra, en seguida era traído
y colocado dentro un dios.
Bastaba que se rompiera un puente
para que en este sitio se sentara un dios,
o en las carreteras bastaba un hoyo en el asfalto
para que se sentara un dios.
Ay, no te cortes la mano o el pie,
por error o con intención,
en seguida pondrán dentro de la herida un dios,
como en todas partes.
Pondrán dentro un dios
para tener a quien rezar, puesto que él
defiende todo lo que se aleja de sí mismo.
Ten cuidado, campeador, no pierdas
el ojo
porque van a traer y meterán
en el hueco un dios
y él va a sentarse allá de piedra, y nosotros
moveremos nuestras almas glorificándole...
Incluso tu agitarás el alma
glorificándole como a un extranjero.
Nichita Stanescu, incluido en Antología de la poesía rumana contemporánea (Editorial Elion, Bucarest, 2000, trad. de Darie Novaceanu).
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Me resulta un poema estupendo, amigo.
ResponderEliminarGracias por compartírnoslo.
Abrazo