Aprendió el oficio de carpintero, y yo me dije: "Quizá lo aprendió del aserrar de sus ojos en los corazones".
¡Desgraciados los troncos que se apresta a cortar, unas veces tallándolos y otras golpeándolos!
Ahora, que son maderos, comienzan a coger el fruto de su delito, de cuando, siendo ramas, se atrevieron a robar la esbeltez de su talle.
Abu Abd Alláh Muhammad ibn Gálib Al-Rusáfi, incluido en Poesía de Al-Andalus (Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, Sevilla, 1999, varios trad.).
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