Ponte el abrigo. Y la bufanda.
Cogerás frío. Cierra el armario.
¿Cuándo vuelves? ¿Cuándo vuelves?
Seguro que llueve. Llueve.
Al volver compra pan. Pan.
Arriba, ya son menos cinco.
He traído una cosita rica.
Llegamos hasta el día dos.
Hoy no es festivo. ¿Para qué lo abres?
Dios mío, ¡otro disparate!
Fuera de aquí. Fuera de aquí.
Tu padre y yo no hemos podido dormir.
Cómo corren los días. Días.
He dicho hasta el botón de arriba.
Con éstos, por el mal camino.
Hay que cortar ese pelo. El pecho
desabrochado. Me volveré loca.
¿Te crees que esto es una despensa?
Sé una persona. N-Z33. B-U34.
Ponte derecho. CH-P35. TS-U36.
Hay que hacer un recado.
Cuélgalo de la percha.
Esta tos no me gusta.
A la cama. A la cama.
No hables en su presencia.
Ya son menos cinco. Arriba. Arriba.
Tenía que comprar un piano. Piano.
Fortalécete, como el acero.
Me llevará a la tumba. Tumba.
Deja que te toque la frente. Frente.
No fumes. No te arruines
los pulmones. No seas impertinente.
No cojas frío. Esta noche ha nevado.
Está claro, tú has bebido.
Está claro, tú has bebido. Confiésalo.
Te quedas solo. Riega las plantas.
Vladímir Gansdelman, incluido en La hora de Rusia. Poesía contemporánea (Visor Libros, Madrid, 2011, trad. de Eva Crego).
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Asi es las madres siempre protectoras y preocupadas por sus hijos aunque éstos ya sean adultos, :)
ResponderEliminarSaludos.
Y qué manera de decirlo sin decirlo en este poema, jajajaja. Un abrazo.
EliminarMi mamá se preocupaba por mí, siempre... la tuya como es Francisco? Preocupona o más ligerita de pensamiento. Quiero decir fácil de llevar. Saludos.
ResponderEliminarLas dos cosas a la vez, encantadora, jajajajaja. Un abrazo.
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