Súbitamente nos hemos aproximado demasiado a algo de lo que se nos mantenía a una distancia misteriosamente favorable y medida. Desde entonces: la consunción. Nuestro reposacabezas ha desaparecido.
Es insoportable sentirse parte solidaria e impotente de una belleza que está muriendo por culpa de otro. Solidaria en el pecho, e impotente en el movimiento del espíritu.
Si lo que te muestro y lo que te doy te parece menor que lo que te oculto, pobre es mi balanza, y mi espigar sin virtud.
Eres, poema, lugar donde la oscuridad descansa sobre mi rostro demasiado expuesto. Mi esplendor y mi sufrimiento se han deslizado entre los dos.
Arrojar al suelo la existencia feamente acumulada y volver a encontrar la mirada que la amó, en su hora inicial, lo bastante como para desplegar su fundamento. Cuanto me queda por vivir está contenido en este asalto, en este temblor.
René Char en La palabra en archipiélago (1952-1960) (Ediciones Hiperión, Madrid, 1996, trad. de Jorge Riechmann).
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