Hallazgo de la piedra:
la piedra es el rescate de formas y volúmenes
que fueron soterrados por el talón del viento.
Paráfrasis del lirio:
el lirio es el desquite de yerbales y frondas
que extinguieron sus verdes en el barro del lirio.
Génesis de la lluvia:
la lluvia es el repliegue de arroyos y esteros
que asaltaron el cielo por la arcada del sol.
Venero de una voz:
tu voz, joven poeta iluminado,
trazador de epiciclos, descubridor de orbes,
esa voz que te brota de la insólita entraña
es resaca de gritos de los poetas muertos.
Es la cal de los huesos de los poetas muertos,
blanca semilla que germina sobre tu corazón.
Miguel Otero Silva en La mar que es el morir (1965), incluido en Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea 1914-1970 (Alianza Editorial, Madrid, 1971, selec. de José Olivio Jiménez).
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Estimado tocayo poeta Cenamor:
ResponderEliminarAquí en Costa Rica inicio el día leyendo este poema que cuelgas de Miguel. Adelante siempre en tu promoción de la buena Poesía y buenos los poetas!
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Leí a Miguel hace años en una antología, y la verdad es que entonces me gustó bastante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Joder, este poema es enorme. No conozco a Otero Silva pero desde luego echaré un ojo (los dos!!) a esa antología o a cualquier otro libro suyo. Ya cuando he leído el título me he estremecido, pues en uno de mis texto hablo del Hallazgo de la Piedra Dada, pero ni mucho menos tan poéticamente.
ResponderEliminarEste poema va ahora mismo pal blog.
Gracias y enhorabuena por estos alimentos que nos acercas.
He leído tantos poetas y tan buenos, creo que merecen ser leídos y rescatados del olvido. Un abrazo.
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