Era dueño de sí, dueño de nada.
Como no era de Dios ni de los hombres,
nunca jinete fue de la blancura,
ni nadador, ni águila.
Su tierra estéril nunca los frondosos
verdores consintió de una alegría,
ni los negros plumajes angustiosos.
Era dueño de sí, dueño de nada.
Manuel Altolaguirre, incluido en El Dios del mediodía. Fe y creación poética en Andalucía (Biblioteca de autores cristianos, Madrid, 1997), incluido a su vez en Al celebrar tu memoria. Poemas para domingos y fiestas (Editorial Sal Terrae, Santander, 2005, ed. de Casiano Floristán).
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