Hijo de la oración,
cada mañana
dejo el seno del cántico,
me desnudo del himno que se eleva
a la gloria de Dios
y desde el polvo
me atrevo a murmurar
tristes palabras.
Escribir es nacer,
dejar la cristalina
morada de inocencia
donde ya no estoy.
Mi verso tiene formas maternales,
es nube sobre el mar
y una gota de lluvia,
es niño que en la arena se entretiene
con las espumas y las caracolas.
Mi Padre está en los cielos
y yo me siento alegre,
nacido de su Verbo,
de donde salgo cada día.
Manuel Altolaguirre en Poemas de América (1955), incluido en Dios en la poesía actual (Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1970, ed. de Ernestina de Champourcin).
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