Blog de #poesía: catálogo de #poetas y #poemas por nombre y por países. Editado por Francisco Cenamor.
martes, 26 de mayo de 2009
El poeta venezolano Juan Carlos Vásquez entrevista a la escritora hispanoalemana Susana Medina
¿Qué te impulsó a ser escritora?
De adolescente, cuando tenía 14 años o así, escribía poemas nefastos, como hacemos muchos adolescentes. Por aquel entonces, una lectura vital y totalmente trasformativa fue Hojas de hierba de Walt Whitman. Me encontré con una visión donde se celebra todo, una visión panteísta y eufórica, un canto que es energía pura, la palabra como energía, como alquimia. Fue un momento decisivo. Empecé a escribir cuentos, me dieron unos cuantos premios, tuve un profesor de literatura que digamos que me apoyó, amigos que esperaban que escribiera. Así es que me encontré con una vocación que yo no sabía si quería. Todo esto fue un primer paso.
En un segundo momento, lo que me impulsa a la escritura es la posibilidad de crear un mundo que todavía no existe. Escribo por razones estéticas. También por conocimiento, por curiosidad. Por la necesidad de imaginar, de entender, de procesar experiencias.
Hablaba antes de cuestionar la vocación literaria. El punto de partida para mi primera novela, Trozos de una, fue Beckett, el Beckett más minimalista. Es un punto de vista catastrófico para empezar una novela. No sé hasta qué punto fue una cuestión de crear algo. Era más bien una cuestión de destruir, de deconstruir.
En tu obra se percibe un tiempo de evaluación y rompimiento que conlleva a una inevitable crisis y un irremediable cuestionamiento de los valores establecidos, sorprendentemente estas rupturas crean un juicio condensado y renovador ¿Acaso hay que quebrantar los límites para encontrarnos con nosotros mismos?
Más que quebrantar los límites hay que explorarlos, ir más allá, volver, asomarte a lo que has sacado de esa experiencia.
Lo de encontrarnos a nosotros mismos es algo efímero y nunca sabes hasta qué punto se trata de un espejismo. Nada es estable, todo cambia, todo está en perpetuo flujo, movimiento. Por lo tanto, si llegamos a encontrarnos a nosotros mismos, es algo temporal, nos encontramos y nos perdemos, no somos del todo dueños de nuestras vidas. No sabemos con certeza lo que va a suceder durante la próxima media hora.
¿Qué hay en Londres que no exista en otras partes? Coméntanos sobre tus vivencias en los países donde has residido.
Me fascina la heterogeneidad suprema de todo. El poder ser público y anónimo al mismo tiempo. Esas son cosas que Londres ofrece. Y es la ciudad donde conocí a mi pareja, que es artista visual, Derek Ogbourne.
A diferencia de Nueva York, la modernidad de Londres no reside entre otras cosas en su arquitectura, sino en la multitud de puntos de vista de sus habitantes. Londres es una de las pocas capitales donde hay abundancia de zonas verdes, parques, y si tienes suerte, o dinero, puedes tener una casa con jardín. Por otra parte, las casas son bajas, de un piso, o dos, y eso hace que puedas ver toda la ciudad desde varios miradores. Está el río, el Támesis. Últimamente creo que la monumentalidad de Londres la hace cada vez más frágil. Es una monumentalidad demasiado afirmativa.
He crecido en España, vivido en Italia, me tendrás que entrevistar de nuevo para que conteste a la segunda parte de la pregunta.
En algún instante has referido, a propósito de tu obra Slumberville, que te interesa muchísimo los sueños porque incluso pueden amenazar tu integridad cotidiana, ¿podrías mencionar algunos de ellos, las interpretaciones más intensas que consideres han surgido?.
Creo en la sabiduría de los sueños y también en su sentido del humor, la habilidad del sueño para tomarte el pelo, su humor negro. Los sueños se cuelan en la realidad impregnándola de conocimiento mágico. Me encantan las coincidencias. No creo en la videncia ni en el psiquismo. Sin embargo, no puedo sino aceptar que unos cuantos de mis sueños han sido premonitorios. Los sueños a menudo te cuentan cosas que ya sabes, pero que tal vez no las quieras saber del todo. Esos sueños me fascinan. A veces ejercen de abogado del diablo. No me refiero a esto. Me refiero a sueños que te dan información que desconoces y que en ese momento es enigmática, no la entiendes. Por ejemplo, aparece un nombre, digamos “Silvia”, en un contexto que no entiendes. Y luego, dos meses más tarde, aparece una Silvia en tu vida, y el contexto en que aparece es más o menos el contexto del sueño. Es increíble, en cierto modo, espeluznante. Es decir, cuando en el sueño aparece información muy muy concreta, como puede ser un nombre y su contexto. Lo único que puedo pensar es que ya conozcamos algo del futuro, que haya puntos de contacto entre diferentes mundos y tiempos.
No suelo utilizar mis propios sueños en mi obra, aunque tengo diarios y diarios de sueños. Aquí va un sueño que aparece en Slumberville y que está basado en una serie de sueños que sí que tuve, “El sueño de la pagoda”:
Eureka observó los botines rojos de nuevo, salió de ellos y aterrizó en un limbo donde era posible que no hubiera nada. Los botines rojos a su vez le transportaron a su sueño favorito. Los botines le transportaron al sueño de la pagoda. Fue entonces cuando experimentó otra revelación en la que se le revelaba de dónde venía su bolso favorito, un bolso con motivo de pagodas que ella solía llamar su bolso kistch espiritual. Lo trivial, un bolso, le traía una epifanía, aunque a su bolso favorito no se lo podía considerar una cosa trivial. Por ahora, había tenido ese sueño tres veces. Cuando tenía ese sueño permanecía todo el día estática, en un estado de bendición. El sueño era sin lugar a dudas un sueño orgásmico. Orgásmico en el sentido espiritual de la palabra, en el sentido que la experiencia mística siempre se describe en un lenguaje sensual que implica una disolución del yo para unirse a algo más amplio. El sueño era simple. De repente se encontraba en un edificio que era un lugar histórico que era un templo budista cuyo exterior iba descubriendo poco a poco para descubrir que era una pagoda rodeada de pinos que daban al océano. La visita de la pagoda se traducía en una sensación definitiva de armonía interior, en la certeza de haber alcanzado algún tipo de equilibrio consigo misma, en una expansión espiritual. El día que tuvo ese primer sueño se sintió translúcida, sin peso material, leve. La segunda vez que soñó con la pagoda entró en su interior, en una de las salas. La tercera vez no entró dentro. La tercera vez la exploró por fuera, subió su escalera espiral de madera burda. Era un edificio que siempre cambiaba pero siempre reconocía. Y el reconocerlo le hacía sentirse radiante, como si la pagoda fuera parte de ella misma.
El paisaje kistch espiritual de su bolso con la pagoda de tonos ocres y amarillos no era idéntico a la pagoda del sueño. Pero era una pagoda al fin y al cabo. Y fue en ese momento, al mirar sus botines rojos, que supo que por eso se compró el bolso y se convirtió en su bolso favorito, porque la remitía a ese sueño prodigioso. Con ese sueño supo que había alcanzado un nuevo estado de discernimiento. Con el tiempo, ese sueño se convirtió en un combustible que le dio energía para siempre, que le llenó para siempre de una sustancia amiga. Miró su bolso y se dio cuenta que se trataba de un objeto fronterizo, un objeto que pertenecía a la frontera borrosa que hay entre el sueño y la vigilia.
Hay tantos mundos y tantas percepciones de estos mundos, a menudo todo se confunde. Aun en las urbes más pobladas todo se vuelve desértico. El materialismo y el consumismo tergiversan las ideas. En una párrafo de "medinaciones" dices: "La visión que cada uno tiene del mundo no es sino una ficción conveniente para justificar cobardías, maldades, envidias, inseguridades (tu posición en el mundo)". ¿Cuál es la posición de Susana Medina en el mundo?
Mi posición es: si sólo vivimos una vez, vamos a hacer todo lo posible para crear un mundo mejor, más interesante, más inteligente, más consciente de sí mismo, de sus posibilidades. Mi posición va cambiando con las experiencias que voy teniendo. Es una posición de asombro, perplejidad, una posición que es una oposición, j´accuse, yo acuso. Creo que las cosas pequeñas son importantes, hacer algo a ese nivel, crear espacio, no dar espacio a las cosas que crean más basura, hasta cierto punto somos impotentes, pero todos constituimos el poder, cada uno de nosotros podemos decidir no perpetuar las cosas que no queremos que se perpetúen.
Sí, a menudo todo se confunde. El aforismo que mencionas es un aforismo provocador. Se le puede aplicar a algunas personas, la inseguridad, el miedo, la envidia que puede llevar a la maldad se esconden tras algunas opiniones, acciones. Tras la publicación de Souvenirs del accidente y al hacer una lectura en inglés lo puse entre signos de interrogación. En ese momento, me pregunté si inicialmente iba dirigido a los lectores misántropos, a los cínicos. Algunos de los aforismos estaban ahí como objetos brutales, sin matices.
Es decir, tenemos que ser conscientes de dónde proviene nuestra posición en el mundo, nuestras ideas, nuestras opiniones, nuestras reacciones, nuestros gustos y disgustos, aquello de lo que renegamos. Todos tenemos vulnerabilidades. Cada experiencia y relación nos transforma. Si sabes ver desde dónde hablan los otros, cuál es su posición, puedes entenderlos, aunque no estés de acuerdo.
Escribir, aparte de ser una necesidad vital, es un compromiso con nosotros mismos. ¿Hasta dónde quieres llegar? ¿Cómo visualizas tu futuro?
Sin lugar a dudas, la recepción del trabajo de uno no depende del autor. Para mí la escritura es reinvención. No me planteo llegar a ninguna parte, ni suelo visualizar mi futuro. Pero si visualizo, me visualizo viva. La supervivencia, el mantenerse vivo es ya todo un logro. Muchas cosas dependen del azar, hay muchas cosas que nosotros no elegimos. Ahora en estos momentos nos encontramos sumergidos en una crisis mundial que nos dicen supera el crash del 29. Hay cantidad de gente que ya estaba en un estado de precariedad absoluta antes de la crisis. Por una parte, puede que sean los que mejor están preparados para enfrentarse a esta recesión galopante. A los que les afecta como algo nuevo, es algo que les que va a costar mucho procesar. Se les ha servido un fracaso económico en bandeja, es el equivalente humano de un desastre natural … Creo que no he contestado a tu pregunta. Para resumir, en parte, mi compromiso depende de mi supervivencia.
Como educadora y escritora, ¿cómo has percibido el cambio en la sociedad? Es decir, ¿cómo has percibido con el transcurrir del tiempo las transformaciones a consecuencia del cambio acelerado y permanente en los aspectos económicos, tecnológicos?, ¿cómo influye la debilidad de creencias, carencia de ideologías? Como educadora, ¿qué análisis harías? Como escritora, ¿qué es lo que te ha marcado más de esta nueva época?
Como fenómeno me interesa muchísimo Internet, la cibercultura, la independencia en el pensamiento, la jerarquía horizontal, la movilización política. Internet te abre las puertas a todo esto. Tú como lector juzgas lo que es interesante y lo que no lo es, eliges, mezclas, descartas, actúas. Es una gran sopa de la que pueden salir cosas muy interesantes, socialmente hablando.
Como profesora, veo que existen grandes ganas de saber, de explorar. También me pregunto hasta qué punto la atención de los individuos disminuye cada vez más, en Internet sólo se tienden a leer cosas pequeñas, fragmentos, estamos ante una cultura del fragmento.
¿Qué cosas o conceptos crees que te definen como persona o artista?
Escribir es una forma más de respirar. A veces se trata de una respiración artificial. Con cada obra intento reinventarme. Para mí, la obra, mi propia obra, debe ser un desafío, una aventura estética. Explorar terra incognita es una especie de vicio mío. Salir de mis zonas de confort, de las zonas de confort de las literaturas que conozco, si es posible, intentarlo.
Mi escritura tiende a ser bastante visual, a utilizar espacios paradójicos, metáforas visuales: colillas, mariposas, zapatos, objetos, charcos. Ese es el caso tanto de Cuentos rojos como de Los juguetes filosóficos. Ambos libros están estructurados entorno a metáforas visuales. Y ambos libros se salen del género al que se supone que pertenecen. En Cuentos rojos hay una tensión entre la poesía y el cuento, es un libro que está a caballo entre la prosa poética y la narración. En Los juguetes filosóficos la novela se convierte en ensayo. Creo que en este juego con los géneros hay algo de humor, la ruptura de las expectativas como humor. El humor es una constante en mi persona. Me encantan los autores cómicos. La seriedad está sobrevalorada. Los serios la sobrevaloran. Ambos enfoques tienen su lugar y su momento.
¿Qué es lo que más te ha hecho ilusión en la vida, hasta ahora?
Me encantan las coincidencias. Y siempre me sorprende la bondad, es como que deja un rastro mágico.
La palabra “utopía” me hace ilusión. La resurrección de políticos como Gandhi me haría ilusión. Me haría ilusión que a una enfermera se le valorara tanto o más que a un hombre de negocios. Que se inventara un sistema monetario justo, que se aboliera el dinero, que hubiera una concienciación de lo ridículo de la carrera de ratas que hace que haya gente que mate, hiera, joda o explote al otro para enriquecerse.
Eres un alma inquieta, ¿a dónde te gustaría viajar o volver a ir?, ¿qué deseo te gustaría ver cumplido?
Me encantaría viajar al futuro para ver cómo se resuelven muchos de los problemas que tenemos hoy en día. Ver las nuevas tecnologías e invenciones. Las curas a enfermedades como la ceguera, la demencia, la avaricia, la estupidez humana. Un salto que me permitiera ver lo que no puedo ver ahora.
Me encantaría volver a Islandia y poder ver la aurora boreal, que no la he visto. Ir a México y pasarme dos meses.
¿Qué autores lees actualmente?
Leo mucho de Internet, surfeo, leo a mis amigos, a mis amigas, gente con la que me tropiezo en las redes sociales. Estoy leyendo Homenaje a Cataluña, de George Orwell y El maestro y Margarita, de Mikhail Bulgakov, que es un clásico y tardó veinte años en publicarse. Suelo leer varios libros a la vez, y claro, meterme en el que más me toca.
Actualmente, ¿en qué proyecto estás trabajando?
Por una parte, en una novela que se llama Días giratorios de la noche en la que la protagonista pierde la dimensión sónica de forma repentina y se enfrenta a un mundo al que le falta esta dimensión. Por otra parte, me acaban de invitar a realizar para la Tate Modern el Árbol de Borges. Es un árbol del que cuelgan citas de Borges. También empecé a coeditar con Isabel del Río, una escritora bilingüe que escribe cuentos deliciosos, una antología de escritoras hispanas que viven en Inglaterra. Somos muy pocas, pero como que formamos parte de un satélite hispano en Londres. De broma, me refiero a este proyecto como “una antología de morenas hispanas con ojos morenos residentes en Inglaterra, con la excepción de dos de ojos azules y pelo plateado”. Queda por encontrar editorial. Es un proyecto interesante, pero difícil.
¿Nos podrías recomendar algunos libros?
La lectura es siempre un encuentro, como cuando te embarcas en una amistad nueva, lo haces porque de alguna forma esa persona te toca. Y también es algo en parte generacional. Como ya he mencionado, la primera obra que verdaderamente me impactó fue Hojas de hierba de Walt Whitman. Rápidamente y al azar, te digo lo que se me pase por la cabeza durante los próximos veinte segundos: J. G. Ballard acaba de morir. La exhibición de atrocidades y sus cuentos y luego todo lo demás, excepto Corriendo al Paraíso; la obra teatral de Beckett; En las montañas de Holanda, de Cees Nooteboom, sobre el deseo (me encontré este libro en la calle, sin tapas. No sabía quién era su autor y el libro me sorprendió); Los viajes de Gulliver, de Swift; El Aleph de Borges y explorar su obra; Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino; El país de las maravillas, de Lewis Carrol; El país de las últimas cosas, de Paul Auster y Trilogía de Nueva York; La habitación sangrienta, de Angela Carter; la literatura portátil de Enrique Vila-Matas, que en cierto modo Roberto Bolaño retoma y desarrolla. Me interesan las lecturas contrastadas. Leer a Paul Celan y la poesía de Bukowski, los cuentos de Cortázar (Adiós Robinsón) y la obra seleccionada de Kathy Acker.
¿Qué consejos darías al lector de esta revista, hombres y mujeres con ganas de reflejar sus propias historias?
Que se adhieran a la silla y se pongan a plasmar lo que quieran plasmar, que hagan todo lo que consideren necesario para hacerlo, que creen las circunstancias propicias para poder adherirse a la silla.
Regálanos unas últimas palabras sobre cualquier tema que te interese...
Afortunadamente y desafortunadamente me interesan casi todos los temas. Me fascina la neurociencia. Nos puede dar claves para que nos entendamos mejor como seres humanos, para aclararnos. El cerebro es un órgano asombroso. Billones y billones de neuronas en danza increíble. Termino con un trozo que está al principio de Slumberville:
Le fascinaba la vida invisible, sobre todo la vida invisible del cerebro, los billones de células que estaban en un estado incesante de comunicación, como si nunca se cansaran, durante la vigilia, al dormir, al soñar. Veinticuatro horas al día. Y ahora ante la calculadora del ordenador, Eureka recordó que el día que le entrevistaron para el trabajo, la doctora Mossman le dijo algo que había oído varias veces. Le dijo que cada cerebro era como una galaxia, cada cerebro era único, cada cerebro era diferente, cada neurona era diferente, como era diferente su relación con las otras neuronas. Y que si se unieran las conexiones neuronales en una línea, llegarían a medir 800.000 kilómetros de longitud. Todo eso ella ya lo sabía, pero de alguna forma le costaba creérselo, como también le costaba creerse lo que se decía de que si se unieran las conexiones neuronales en una línea, la línea podía cubrir la distancia de ida y vuelta a la luna. Lo que más le sorprendía eran las cantidades exorbitantes, el que en cada cerebro hubiera billones de células, el potencial incesante que esos datos implicaban, la orgía de posibilidades que cada cabeza albergaba.
Página web de Susana Medina.
Susana Medina en MySpace.
Entrevista cedida por Juan Carlos Vásquez, editor de la revista Herederos del caos.
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