¿A qué nos hace recordar el maullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarle las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa, al dar la vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.
¡Silencio! -grillo afónico que nos mete en el oído-. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! -único grillo que le conviene a la ciudad-.
Buenos Aires, noviembre, 1921.
Oliverio Girondo en Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Calcomanías y otros poemas (Visor Libros, Madrid, 1995).
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Jo!! últimamente no dejo de oir de hablar de este libro, por diferentes canales me llegan referencias de él. El poeta me gusta en casi todo lo que leído suyo, parecen historias contadas.
ResponderEliminarBesos.
Sí, bueno, es que como me temo que terminarñe siendo un Girondo cualquiera...
ResponderEliminarYo ya no escucho rechinar las cañerías, pero si el movimiento de las sillas y las camas en el piso de arriba.
ResponderEliminarSí, parece que las construcciones no han cambiado mucho, jajaja.
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