No cabe duda de que Trilce (1922), el intenso poemario que escribiera el poeta peruano César Vallejo, es un libro de difícil lectura. Pero precisamente por eso es el libro ideal para perderle el miedo a la poesía, ese miedo visceral a no entender algo que no está hecho para ser entendido, sino vivido, experimentado, trasmitido, comunicado. El uso del lenguaje, las nuevas relaciones que Vallejo establece entre las palabras son capaces de trasmitirnos muchas cosas.
En el periodo posterior a la publicación de Los heraldos negros (1918), Vallejo perderá a su madre, pasará cuatro meses en prisión y sufrirá un doloroso desengaño amoroso. Su perplejidad de hombre bueno frente a la vida se acrecentará: es en ese periodo en el que escribirá Trilce. Y dolor, el dolor ante la imposibilidad del lenguaje para expresar la infinitud de cosas que el poeta quiere expresar.
El trabajo de construcción y reescritura que hizo Vallejo en este poemario fue ingente. Originalmente, algunos poemas tuvieron título cuando se publicaron sueltos en periódicos y revistas, otros fueron recortados o seccionados para aparecer en el libro, hasta juntar los simbólicos LXXVII poemas que lo componen. Encontraremos una mezcla desconcertante de técnicas y estructuras con las que Vallejo buscaba, precisamente, una ruptura con las diferentes corrientes y tradiciones poéticas.
Algunos poemas son tremendamente sencillos de leer, con referencias, por ejemplo, a su infancia o a los amores del autor; otros son mucho más crípticos y en otros ni siquiera se desarrolla un asunto, en los que la palabra, al margen incluso de su significado, cumple una función poética. Estos últimos poemas carecen de sentido: las palabras usadas, aparentemente inconexas entre sí, crean diferentes atmósferas que el lector o lectora captará, como la incertidumbre que nos golpeará en el poema XII.
Una de las relaciones más complejas con que nos encontramos en Trilce es la oscura trama que Vallejo crea alrededor del uso de números dentro de los poemas.
A mi entender, el asunto central del poemario es la horfandad con que el ser humano es arrojado al mundo, y el dolor y desamparo que esto ocasiona en nuestra vida. De aquí surgirá la permanente añoranza de la madre que acompañará toda la poética de César Vallejo.
El imparable y monótono paso del tiempo es otra de las constantes angustias vitales que viviremos en Trilce: nos toparemos con decenas de palabras que, directa o indirectamente, nos evocarán esta angustia ("las siete caídas de esa cuesta infinita", verso que termina como comienza, pues no olvidemos que el siete representa el siempre en la tradición bíblica).
En Trilce, el poeta peruano abrió nuevos caminos de libertad para la poesía; destruyó y creó vocablos, expresiones y relaciones a su antojo. Pero, paradójicamente, también cerró esos mismos caminos, al punto de que, al menos en castellano, es difícil encontrar un poemario tan osado como éste. De hecho, el mismo Vallejo, con excepción de algunos poemas en prosa, volvió después a una escritura más "convencional", si es que este término puede aplicarse a su poesía. Tal vez si hubiese profundizado en esa línea poética, su conclusión hubiese sido el silencio. Afortunadamente, Vallejo no llegó a eso y siguió deleitándonos con los pocos versos que pudo escribir hasta su prematura muerte: sus poemas en prosa, la recopilación póstuma Poemas humanos o el soberbio España, aparte de mí este cáliz.
Agradecerte profundamente esta importante recomendación. Me quedé en "Los heraldos negros" y en otros...
ResponderEliminarInteresantísima reseña sobre Vallejo y sobre este libro, difícil donde los haya, que nos has mostrado.Para mí toda una lección.
ResponderEliminarA seguir así.
Besos
Lo estoy releyendo por enésima vez y me trasmite más hoy.
ResponderEliminarEncantado con tan fantástica reseña. Leeré Trilce, muchas gracias, de nuevo
ResponderEliminarYa nos contarás cómo resultó la experiencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí también me parece un libro imprescindible, aprendí a leer poesía de la mano de Vallejo, como buena peruana. Trilce siempre me sorprende.
ResponderEliminarUn abrazo
Que osadía tan genial, que significados nuevos y relaciones de palabras tan inverosímiles y emocionantes.
ResponderEliminarFrancisco: muy sugerente tu reseña. Precisamente he aconsejado este libro a mis alumnos de mis talleres de poesía, y creo que explicas algunas cuestiones medulares de su poesía, y sobre todo, me gusta lo que dices de perder el miedo a que un poema no se entienda. 'Trilce' es una pasada.
ResponderEliminarUn abrazo,
C. H.
Bueno Carlos, yo soy más un animador a la lectura que un crítico (aunque ya me gustaría tener más hondura de análisis) y cuando algo me gusta o me ilumina, como es el caso de Vallejo, vaya que si animo, jajajajajaja. Haces bien en dar a leer Trilce a tus alumnos, aprenderán mucho. Creo que no exagero si digo que Vallejo es el mejor poeta en lengua castellana del siglo XX, y, aún así, no suficientemente reconocido, le falta el público general, es más un poeta de poetas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buen artículo poeta amigo, "radiografías" bien a Vallejo en tan pocas palabras.
ResponderEliminarAbrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank Ruffino
Es que le tengo muy leído, y aún así siempre descubro algo nuevo.
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