No soy yo quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.
No soy yo quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.
No soy yo quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.
No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.
Oliverio Girondo, incluido en Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Calcomanías y otros poemas (Visor libros, Madrid, 1995).
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Poeta:
ResponderEliminarEl poeta Frank Ruffino dijo por ahí que en sus tres comidas diarias le den poesía, nada más que poesía.
Y este poema de Girondo ha sido un buen desayuno, al menos para mí, desde Tiquicia.
Abrazos,
Justo Poe.
Es que Girondo es sorprendente. Y un dominio de la lengua excepcional. Muy recomendable para quienes quieren escribir poesía hoy. Se sorprenderán de que lo modernos que se parecen a sí mismos ya lo hacía Girondo hace 100 años.
ResponderEliminarAdoro a Girondo,
ResponderEliminarCenamor, gracias.
Es una delicia leerle y releerle.
ResponderEliminarUn abrazo.
quién habla en el poema?
ResponderEliminarHermoso!.
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