No me engañaré a mí mismo,
tengo preocupado el corazón brumoso.
¿Por qué cogí fama de charlatán?
¿Por qué cogí fama de camorrista?
No soy un canalla, no asalté en el camino,
no fusilé a desgraciados en mazmorras.
No soy más que un juerguista callejero
que sonríe a los transeúntes.
Soy un camorrista moscovita.
Por todo el distrito de Tverskaya,
en los callejones, todos los perros
reconocen mi ligero caminar.
Cada caballo matalón
al verme sacude la cabeza.
Soy buen amigo de los animales,
los animales se curan con mis versos.
Me pongo cilindro no para las mujeres,
el corazón no soporta las pasiones tontas;
en el cilindro, para quitarme penas,
doy avena dorada a las yeguas.
No tengo amistades entre los hombres,
estoy sometido a otro reino.
A cada uno de estos perros
le regalaría mi mejor corbata.
Y no volveré a caer enfermo.
Se disipó el torbellino del corazón brumoso.
Por eso cogí fama de charlatán,
por eso cogí fama de camorrista.
1922
Serguei Yesenin, incluido en El último poeta del campo (Visor Libros, Madrid, 1974, trad. de José Fernández Sánchez).
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