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lunes, 20 de mayo de 2024

Poema del día: "Kumukanda", de Kayo Chingonyi (Zambia, 1987)

Pues no bailé entre mis hermanos iniciados,
siguiendo una procesión circular desde los bosques en el límite
de una aldea, la gente de Tanta me creería inacabado—
un niño que nunca se deshizo de un estado infantil
para cruzar el río que los chicos de nuestra tribu han de cruzar
con el objeto de morir o de volver maduros.

Crecí en una tierra extraña, a pequeños pasos:
cuando bañaba a mi madre los días en que estaba demasiado débil,
cuando la tía nos dio la noticia y yo elegí un traje amarillo
y zapatos blancos para vestir el cuerpo de mi madre,
junto a la tumba cuando el hombre al que casi había llamado
papá, aunque los dos necesitamos un abrazo, me estrechó la mano.

Si mi otro yo, que nunca se marchó, pudiera verme
¿qué pensaría de estas pretensiones literarias,
esta necesidad de hablar con una lengua que no es mía?
¿Sería él tan extraño para mí como yo lo soy para él, frunciendo el ceño
al saludarme en la lengua de mi padre
y del padre de mi padre y del padre del padre de mi padre?

Kayo Chingonyi, incluido en Aullido (Internet, 26 de noviembre de 2019, trad. de José Manuel Romero Santos).

Otros poemas de Kayo Chingonyi


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sábado, 13 de abril de 2024

Poema del día: "El color del grito de James Brown", de Kayo Chingonyi (Zambia, 1987)

               Para Steve McCarthy y Todd Bracey

Te he conocido por diversos nombres
pero hoy eres Larry Levan,
tu mano sobre el plato en la humeante
sala del recuerdo de un feligrés del Garage.
Sigues el ritmo de ‘When Doves Cry’,
mientras sacudes tus caderas,
y el sudor te gotea desde el pelo
color del grito de James Brown.
Rey de King Street, todavía nos movemos
bajo el mismo sonido, aunque algunos
no sepan que es tu tumba
sobre la que danzamos, dominando la pista
el machismo vencido por el ritmo —
todos los listillos son unos fantasmas
si el DJ toca ‘Heartbroken’
en el momento justo para estos pies cansados.
Enséñanos a transformarnos, Legba,
debes saber que yo sabría reconocer tu acostumbrado
shuffle, ese miembro fantasma, en cualquier sitio;
que veo tu mano en la vorágine
de una pareja, en medio de la pista,
deslizándose resbaladizos y veloces como un corte de pelo
hecho por la mano de un barbero puertorriqueño
que blande una navaja de afeitar como un pincel.
Deja que nos convirtamos en algo como ellos, una oda
a la noche, pidiendo cerveza en un lenguaje
corpóreo a un camarero que contesta
moviendo sus brazos en un arco,
al estilo Willi Ninja, para preparar una bebida
que ansiarán nuestros labios, un sabor que hemos estado
intentando desde entonces recrear.

Kayo Chingonyi, incluido en Aullido (Internet, 26 de noviembre de 2019, trad. de José Manuel Romero Santos).

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