¿Qué pocas veces junto a estas regias llamas
siéntese feliz el hombre unido a una mujer
vieja como su propio impulso?
Ansiaría beber la vida del errabundo pájaro
que no ha permanecido jamás
agotándose en solitaria tierra;
llevar inscritos los recuerdos en esa bitácora celeste
que en las hosterías describen los marinos ebrios
cuando el mosto -vid al fin-
se enrosca y enreda cada pensamiento.
Le apena trabajar y dormir sobre el mismo libro,
no tener un instante impreciso,
una aventura del distraído sueño
porque aún en él la esposa ha mullido
cada íntimo paraje de ansiedad.
Pone su desencanto en la mesa de noche
al finalizar cada jornada
y no aprecia esta comodidad
humilde pero llena de secreta importancia
quizás como respirar con regular y dulce ritmo.
Tal vez no lo hará sino hasta el día
en que perdido todo,
vea amontonarse las letras en una lápida
sobre su al fin sellada angustia.
Ha trabajado mucho y siéntese de pronto harto,
sufre porque su apasionada violencia
trocó por estos muros útiles y buenos,
por el ser común, exacto, hábil en su oficio
sin intuir cómo le aterraría
la posesiva mansedumbre de los objetos domésticos.
Así la bienvenida del rostro femenino,
la caricia que aún lo elige
cuando entrada en años la fe en el amor debía desleírse,
la voz de la mujer que todavía
se deja embaucar por los sonidos del secreto azul
que hacen armoniosas las cosas sencillas;
no hacen sino turbarle
como al viejo que ha perdido el honor,
la valentía de los jóvenes esforzados combatientes.
Y cada noche su imaginación continúa la búsqueda,
rema él con las grandes manos
ansioso de impulsar hacia atrás el hogar
que le succiona -cálida e insinuante ola-
de sobrepasar la boya luminosa del bombillo
que flota en la rapacidad amable de su estancia,
para salir de allí donde debilitado su destino
es un golfo de Dios en el Atlántico
que no se une pero que tampoco olvida
a los ríos de la audacia y el deseo
que atormentados perdiéronse en la tierra.
Rosa América Hurtarte, incluido en Poetisas desmitificadoras guatemaltecas (Tipografía nacional, Guatemala, 1984, ed. de Luz Méndez de la Vega).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: