Al uniforme son de tu instrumento,
que con lo dulce de tu voz encanta,
su curso suspender pudo Atalanta,
nunca más natural en lo violento.
De Hipómenes seguida excedió el viento,
rastro no dando de su breve planta
la verde selva en ligereza tanta,
pues vino a serlo más que el pensamiento.
Toscos serán los mármoles de Paro
y roncos los clarines de la Fama
para solo aplaudir tu nombre claro:
tu nombre, que el Parnaso Apolo aclama,
Apolo aragonés, en todo raro;
eco del trueno, aliento de la llama.
Ana Ataide, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).
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