Las hojas del fuego
con su rojizo espejeo de tigres, de interno,
confuso viento
crepuscular, permanecieron quietas.
Un instante fueron veteados pétalos,
luego un amplio respiro
y su planicie abierta. Por un instante
que corría entre malezas como un arroyo,
que se vertía, con espesuras límpidas de silencio
y ardiente rastro
en el furtivo esplendor
del mar.
Coral Bracho, incluido en Nayagua. Revista de poesía (III época, nº 35, febrero de 2023, Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).
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Un buen poema. Gracias por compartir.
ResponderEliminarUn abrazo
De una muy buena poeta, además. Tenemos más poemas suyos en el blog, por si te animas. Un abrazo 🤗
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