Rechinan los barcos en la sombra,
como puertas mal cerradas,
por la noche destrozadas
en el secreto que las deslumbra
Rechinan los barcos, y el viento,
con su voz incompleta,
chicoteándolos, inquieta
el cuerpo todo sangriento
de la playa que lejos, absorta,
ya no se mueve —mas grita,
en la soledad infinita
de una diosa casi muerta.
David Mourão-Ferreira en Tempestade de verão (1954), incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).
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