Niños: si osáis pensar
en la grandeza, rareza, magnitud
y poquedad de este preciado, único
mundo infinito en el que decís
vivir, pensáis en cosas como esto:
bloques de pizarra que encierran salpicados
rojo y verde, que encierran oscuras
redes amarillas, que encierran
blancas y negras parcelas de dominós,
donde se distingue un paquete de papel pardusco
que a desatar os invita su cordel.
En el paquete, una pequeña isla;
en la isla, un árbol grande;
en el árbol, un fruto acortezado.
Romped la corteza y mondad el fruto:
dentro veréis bloques de pizarra
encerrados por salpicados
rojo y verde, encerrados por oscuras
redes amarillas, encerrados por blancas
y negras parcelas de dominós,
donde está el mismo paquete de papel pardusco...
Niños: ¡no desatéis la cuerda!
Pues quien se atreve a hacerlo
al punto se encuentra dentro de él,
en la isla, en el fruto,
con bloques de pizarra sobre su cabeza,
y encerrado por salpicados
verde y rojo, encerrados por oscuras
redes amarillas, encerrados por negras
y blancas parcelas de dominós,
pero con el mismo paquete de papel pardusco
sin desatar aún sobre sus rodillas.
Y, si entonces osara pensar
en la poquedad, magnitud, rareza
y grandeza de este infinito, único
y preciado mundo, en el cual
dice vivir: entonces, que el cordel desate.
Robert Graves, incluido en Antología de poetas ingleses modernos (Editorial Gredos, Madrid, 1963, trad. de Vicente Gaos).
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