Degollado
mi corazón todavía puede abrir los ojos
y emitir los sonidos que el cielo sollozaría.
Abierto
todavía respiro las grandes esperanzas azules
y verdes,
como en un siglo XIV donde está
la herida y el plomo de los sellos colgantes.
No puedo reconocer
los campos donde estaría al atardecer la dama,
ni el oro dorado y gris
me puede acompañar en estas noches quemadas
por la luz de otros astros que nadie ha dibujado.
Sin voz
aún puedo acercarme a la fuente. Y a rastras
mojo mis manos lejanas,
mi frente cortada por los látigos,
mis palabras cosidas con un hilo de seda
entre los alfabetos, que aparecen al fin
al excavar los fondos,
los campos donde estaría la guerra de hierros,
donde mi estandarte negro con una lis roja
y mi boca de siempre estarían.
Degollado
mi corazón todavía puede mover los labios
y avergonzarse con cada amanecer y con cada anochecer
porque la Gran Corona cayó de mi frente.
Juan Eduardo Cirlot, incluido en Poesía surrealista en español (Éditions de la Sirène, París, 2002, ed. de Ángel Pariente).
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