tus manos son dos martillos que clavan
y desclavan alegres la mañana,
tiernos puños desdoblados de tierra,
dulces pencas de plátanos pequeños
tus manos huelen a las zarzamoras
que cosechas en los campos que roban
tu sudor a dos dólares el bote,
son duras, tibias, jóvenes y sabias
azadones que traen pan a las mesas,
oscuras piedras que al chocar dan luz,
gozo, sostén, ancla del mundo entero
yo las venero como relicarios
porque como gaviotas anidadas,
me consuelan, me alegran, me defienden
Francisco X. Alarcón en De amor oscuro (1992), incluido en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica. Panorama general (La Esfera de los libros, Madrid, 2002, selec. de Luis Antonio de Villena, trad. de Francisco Aragón).
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