Rizo el pelo, la vista procelosa,
con siete estrellas la cerviz luciente,
agudo el corvo alfanje de la frente,
la boca rayos fulminó espantosa.
El ceño torvo, la nariz fogosa,
el grueso labio espuma, acero el diente,
la copia de Amaltea floreciente,
vierte el cretense Toro rosa a rosa.
Otro de luces tantas despojado,
heroico a Borja ilustre fue trofeo,
por quien florece Apolo mejorado.
Si este da lustre a Apolo en su museo
y Apolo a aquel de fuego ha coronado,
¿a cuál las plantas deben más su aseo?
Elena de Paz, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).
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