El conocido sabio
Cornelius Van Kenriken,
que disfrutó en Hamburgo
de una clientela enorme
y que dejó un infolio
de setecientas páginas
sobre hígado y riñones,
abandonado luego
por todos sus amigos
murió en Leipzig maniático,
desprestigiado y pobre,
debido a sus estudios
de los últimos años
sobre espermatozoides.
Frente de un microscopio
que le costó un sentido,
obra maestra y única
de un óptico de Londres;
la vista recogida
temblándole las manos,
ansioso, fijo, inmóvil,
reconcentrado y torvo,
como un fantasma pálido
a media voz decía:
"¡Oh, mira cómo corren
y bullen y se mueven
y luchan y se agitan
los espermatozoides:
¡Mira! si no estuviera
perdido para siempre;
si huyendo por caminos
que todos no conocen
hubiera al fin logrado
tras múltiples esfuerzos
el convertirse en hombre,
corriéndole los años
hubiera sido un Werther
y tras de mil angustias
y gestas y pasiones
se hubiera suicidado
con un Smith y Wesson
ese espermatozoide.
Aquel de más arriba
que vibra a dos milímetros
del Werther suprimido,
del vidrio junto al borde,
hubiera sido un héroe
de nuestras grandes guerras.
Alguna estatua en bronce
hubiera recordado,
cual vencedor intrépido
y conductor insigne
de tropas y cañones,
y General en Jefe
de todos los ejércitos,
a ese espermatozoide.
Aquél hubiera sido
la Gretchen de algún Fausto;
ése de más arriba
un heredero noble
dueño a los veintiún años
de algún millón de thalers
y un título de conde;
aquél un usurero;
el otro, el pequeñísimo,
algún poeta lírico;
y el otro, aquel enorme,
un profesor científico
que hubiera escrito un libro
sobre espermatozoides.
Afortunadamente
perdidos para siempre
os agitáis ahora
¡oh puntos que sois hombres!
entre los vidrios gruesos
translúcidos y diáfanos
del microscopio enorme;
afortunadamente,
zoospermos, en la tierra
no creceréis poblándola
de dichas y de horrores;
dentro de diez minutos
todos estaréis muertos
¡Hola!, espermatozoides".
Así el ilustre sabio
Cornelius Van Kenrinken,
que disfrutó en Hamburgo
de una clientela enorme
y que dejó un infolio
de setecientas páginas
sobre hígado y riñones,
murió en Leipzig maniático,
desprestigiado y pobre,
debido a sus estudios
de los últimos años
sobre espermatozoides.
José Asunción Silva, incluido en Faunética. Antología poética zoológica panamericana y europea (Instituto Caro y Cuervo, Santa Fe de Bogotá, 1999, selec. de Víctor Manuel Patiño, trad. de Mauro Armiño).
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¡Fundamental en la poesía latinoamericana José Asunción Silva; pero este poema juguetón-científico-existencial no se lo conocía; muy bueno, divertido y muy decidor...!
ResponderEliminarImagino que será eso, un juego dentro de su obra.
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