¿Qué nombre te daban los indios?
Pues no fluyes
Con acentos ingleses.
Apenas sé
Qué llamarte
Porque antes
De que bebiera té o café
Te bebí
Haciendo un cuenco con mis manos
Y no me supiste inglés
Y no suenas
Como Avon
O cisnes y bardos
Sino más bien como las tristes aves silvestres
En grabados dibujados
Por Audubon
Y como los queridos poetas malos
Que escribieron
Tempranamente en Canadá
Y nunca fueron notables.
Eres el primer río
Que crucé
Y como el primer torbellino
El primer arcoíris
Nieve primera, primera
Estrella fugaz que vi,
Tú, para otros ríos eres mi ley.
Esos otros ríos:
El Red y el Támesis
No son nunca tan dulces
Para patinar sobre ellos, nadar
O para bautizar el pecado.
Plateada y ligera
La frase de tu voz,
Con un grito
De soprano continuo
Fluirás siempre
Por mi corazón.
La lluvia y la nieve de mi mente
Aportarán la primavera de ese río
Para siempre.
Aunque no tu nombre
Sí conozco tu escudo de armas
Y tu lema:
Un escudo de cañas y berros
juncos, ástacos
La hermafrodita sanguijuela
Pececillos, ratas almizcleras y gansos de granjeros
Y grabado sobre este escudo
Uno de mis deseos más tempranos:
«Fluir como tú.»
James Reaney, incluido en Antología de la poesía anglocanadiense contemporánea (Los libros de la frontera, Barcelona, 1985, selec. y trad. de Bernd Dietz).
¡Espléndido poema de James Reaney!
ResponderEliminarCon muchos matices.
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