Todavía cuando lo veo, me acuerdo
de la risa rápida de sus ojos de avispa dorada.
La estatua girándose desde la ventana.
Todavía, mientras lo miro, me acuerdo: el amor
se sumerge en lo que ve, dentro de una corriente de memoria
mayor que él mismo, y hace que lo que ve
sea anegado en todas las visiones
de lo que fue visto. Entonces lo que llevé lo llevo
y lo llevaré siempre: el destello de los rápidos párpados
y el giro del eje del cuerpo: estos serán
lo que son ahora, dentro de la fuerza de lo que es eterno.
Durante la noche se acuesta sin pasado ni futuro,
con un espacio infinito. Se despierta y ve
esperanza y desesperación, y los pequeños y vividos anhelos
muerden la carne, como pececillos. Donde bebió el amor
respira igualmente. Aquí están
los signos indelebles. El pelo de alambre de cobre,
y sus labios con muescas como de polillas, y las demás
miradas, que hacen que el resto se perdone.
Stephen Spender en Collected Poems (1985), incluido en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica. Panorama general (La Esfera de los libros, Madrid, 2002, selec. de Luis Antonio de Villena, trad. de Luis Muñoz).
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La delicadeza del recuerdo, la presencia de lo recordado, el amor, sencillamente.
ResponderEliminarBello análisis. Un abrazo.
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