Si me tiendo y no me muevo
la luz de las hojas
me goteará sobre manos y rodillas
El fuego me envolverá
mas no arderé
Oiré el silencio limpiamente
mientras la corriente se adentra en mis venas
y vuelve a salir
Pequeños animales silvestres ya no me temerán,
sino que traerán a sus crías
para que cosquilleen mis talones,
acaricien con sus hocicos mis axilas
Conoceré el amor sin inquietud
—sin pasión
Durante mil años
estaré tendido así
con la cabeza hacia el sol
Hasta que conocimiento y poder
se hayan hecho uno;
entonces escribiré un solo verso,
lograré una hazaña sin tacha
Luego me tenderé nuevamente
para volverme como esta plana
piedra que hay bajo mi mano,
y dejaré que mi cara
se cubra de hierba
Presta para ser arrancada de raíz
por ¿qué furioso ermitaño,
su pecho roto en pedazos como el mío ahora?
Irving Layton, incluido en Antología de la poesía anglocanadiense contemporánea (Los libros de la frontera, Barcelona, 1985, selec. y trad. de Bernd Dietz).
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