Voy por tu cuerpo como por el mundo
Por fin,
a cabo de tantos años,
agarrado a la pared,
en tu casa
encontré
al lagarto
No se quería
mover,
pero sí me miraba,
mimetizándose
entre columna
y columna,
como esperando
que no le viera
Tan lento como la buena memoria
abría y cerraba los ojos
Muy útil tener uno en la casa:
come moscas y malos momentos
De ambos alimenta
la lucidez de sus escamas
Limpia el aire
concentrando sus esfuerzos
en el noble concepto de ‘muda’
Me decías
que a menudo
el lagarto,
tras una calmada
y ordenada danza
casera,
consigue
tumbar las paredes
y el piso se vuelve
una vez más
aquella selva
lujuriante
que es todo origen
Se le devuelven luz y humedad
a plantas y pensamientos
El lagarto
te acompaña fiel
en la caza
de nuevas visiones
Y ya no hay niebla
en la mente
Ya no hay síntesis malogradas
ni amargas,
aquí
Solamente espacio
para pasos
que alejan
del desierto
Oasis carnal
e impalpable
a la vez
Etéreo
imperceptible
canto
Agua pintada
de fruta jugosa.
Annelisa Addolorato, incluido en La voz y la escritura 2006. 80 nuevas propuestas poéticas desde los viernes de la Cacharrería (Ediciones Sial, Madrid, 2006).
Me gustarin tus letras. Abrazo.
ResponderEliminarMe alegro de que te guste, un abrazo.
EliminarLa vida de la naturaleza es sabia tenemos que seguir descubriendo nuestra vida misma,...
ResponderEliminarGracias por el poema.
Muy sabia, si. Descubrámosla. Un abrazo.
EliminarLa vida de la naturaleza y la busqueda permanente de la justicia social.Excelente.
ResponderEliminarTodo un acierto el poema. Un abrazo.
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