—“Cuando me hube alejado cuanto podía andar,
hoy, desde aquí,
era una hora
de silencio total,
cuando bajando la cabeza hasta una flor,
yo te oí hablar.
No me digas que no, porque te oí decir—
hablabas desde esa flor en tu ventana—
¿no recuerdas qué fue lo que dijiste?”
—“Dime primero tú lo que pensaste oír.”
—“Al encontrar la flor y espantarle una abeja,
incliné la cabeza,
y cogiendo la flor por el tallo
escuché y parecióme que cogí la palabra—.
¿Cuál era? ¿Acaso me llamaste por mi nombre?
¿O bien, dijiste?—
Pues alguien dijo: ‘Ven’—yo lo oí al inclinarme.”
—“Tal vez eso pensé, mas no en voz alta.”
—“Pues bien, por eso vine.”
Robert Frost, incluido en Antología de la poesía norteamericana (Fundación editorial El perro y la rana, Venezuela, 2007, selec. de Ernesto Cardenal, trad. de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal).
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