No que el poema
sea un artificio
para inundar la ciudad
frágil y palpitante
como un sexo enamorado.
Ni que estas líneas
te envuelvan
pálido monstruo aparecido
al final de las edades.
Sólo nuestros cuerpos voraces
y al centro mi memoria
compitiendo con una máquina de pinbol
súbitamente enloquecida.
Hemos cogido el instante
y yacemos desnudos
burdos semidioses.
Mariela Dreyfus, incluido en Liberoamérica (agosto de 2019).
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Maraviloso.
ResponderEliminarBreve pero intenso, una joyita.
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