Es la última hora de uno de los últimos días
de junio, mi mujer está durmiendo,
Bob Dylan va a noventa millas por hora
hacia una calle sin salida,
y hace un momento -bendita sea la mente
que trabaja en contra de sí misma-
Hegel concedía que la filosofía
siempre llega demasiado tarde.
Aquí a través de la gatera
viene nuestro gato naranja,
la boca vacía, un poco desamparado.
Topillos y ratones, no oséis relajaros.
Solitarios y soñadores, es hora de probar
la oscuridad, de visitar las guaridas.
Estoy esperando ese clic
del casete o el final del capítulo,
el que llegue primero -como uno
de esos tratos que haces contigo mismo-.
Es el clic. Ahora llevaré a la cama
este cuerpo y el fantasma
de lo que una vez fue, inseparables
como resultan ser estos días, humo
alzándose de un fuego pertinaz.
Nocturna luz, sé mi guía.
Puedo andar a tientas solamente hasta ahí.
Stephen Dunn, incluido en Arquitrave (nº 63, mayo-julio de 2016, Colombia, versión de Alfonso Claret).
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