sería la ciudad de Huexotzinco,
si estuviera rodeada de dardos.
Huexotzinco circunda de espinosas flechas.
El timbal, la concha de tortuga
repercuten en vuestra casa,
permanecen en Huexotzinco.
Allí vigila Tecayehuatzin,
el señor Quecéhuatl,
allí tañe la flauta, canta,
en su casa de Huexotzinco.
Escuchad:
hacia acá baja nuestro padre el dios.
Aquí está su casa,
donde se encuentra el tamboril de los tigres,
donde han quedado prendidos los cantos
al son de los timbales.
Como si fueran flores,
allí se despliegan los mantos de quetzal
en la casa de las pinturas.
Así se venera en la tierra y el monte,
así se venera al único dios.
Como dardos floridos e ígneos
se levantan tus casas preciosas.
Mi casa dorada de las pinturas,
¡también es tu casa, único dios!
Ayocuan Cuetzpaltzin, incluido en Trece poetas del mundo azteca (Fundación Editorial El perro y la rana, Caracas, 2006, selec. de Miguel León-Portilla).
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ResponderEliminarMe alegro de que te guste la selección de hoy, un saludo
EliminarUn bello poema, Poeta de gran sabiduría y experiencia, para para disfrute de los amantes de la palabra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, se disfruta mucho leyéndolo, un saludo
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