Presiento que nacerá una imitación del mundo
Un árbol al que cada día le nacerán nuevos frutos
Los que se pudran darán semillas para que nazcan otros árboles
cargados de frutas
las muertes los rastros inseminarán mundos nuevos
Pero no puedo decir nada
ahora un simio golpea las paredes
tejidas al interior de mi cuerpo
como una trompa en una habitación acolchada
da golpes secos que se aplacan al tacto
yo descubro que hay un patrón que se repite
no debería pero siento que
debo anotar las señas
necesito saber lo que me pasa
Siento en el pecho y en los dientes
ganas de morder los cuerpos y de pasarles la lengua
quiero que me pellizquen y me tiren los pelos
que se metan adentro mío y me vean así
desde dentro cómo soy cómo palpito
cómo suena el interior de mi voz
que sepan todos cómo se oyen las cosas exteriores desde dentro mío
cómo se entienden mis manos y mi sexo desde acá
Perdónenme
Viviendo sola me he vuelto tan grosera
Me alimento con presas de pollo
(es que necesito sustancia)
chupo los huesos hasta quedar grasosa
con la cara desarmada en un mar de sebo
Afortunadamente soy hábil
con un lápiz color carne
me dibujo nuevamente
los ojos (luego la boca)
He cambiado
Ahora te imito dando vueltas por la habitación
los imito a todos juntos y pongo cara de loca
creo que soy todos y cada uno de ellos
Así, en un momento
se dice que nada de lo que vieron
los ojos de los simios era “la realidad”
se dice así tan fácil
como si alguien dijera
“todos nos parecemos tanto”
Gustavo Barrera Calderón en Primer orificio (2007), incluido en Doce en punto. Poesía chilena reciente (1971-1982) (UNAM, México, 2012, selec. de Daniel Saldaña París).
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