—delicias de su dueño— idolatraba
sin cosa que esperar. Sólo podía
del hayedo sombroso a la espesura
volver cada mañana, y allí solo
a monte y selva, en impotentes ansias,
repetir estas rústicas querellas.
«¿Conque no atiendes a mi canto, Alexis?
¿no te apiadas, cruel?, ¿quieres que muera?
Hasta el ganado en estas horas busca
el fresco de las sombras, y a las zarzas
se acogen aun las verdes lagartijas,
y para los peones abrumados
por la furia del sol, ya muele Téstilis
acres hierbas pugentes, ajo y sérpol;
mas mientras voy tras ti, vibra y resuena,
eco a mis quejas bajo un sol quemante,
la estridente canción de las cigarras.
¿Harto mejor no fuera que las iras
de Amarilis sufriese y sus desdenes,
o aguantase a Menalcas, aunque negro,
y aunque tan blanco seas tú? No fíes
tanto de tu color, oh niño hermoso:
blancas son las aleñas y se tiran,
los arándanos, negros y se buscan.
Virgilio en Églogas, incluido en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica. Panorama general (La Esfera de los libros, Madrid, 2002, selec. de Luis Antonio de Villena, trad. de Luis Antonio de Villena para La musa de los muchachos. Ediciones Hiperión, Madrid, 1980).
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