durante todo el día se oyen pasos;
sombras mueven su cuerpo en la buhardilla...
Hay un duende escondido en un rincón.
Ronda por todas partes a deshora;
se mete donde no le llama nadie;
enfundado en su sábana, se acerca
y, de improviso, tira del mantel.
Sin siquiera limpiarse en el felpudo,
llega alocadamente, en torbellino,
y a la cortina toma por pareja
subiéndole las faldas al bailar.
¿Sabéis quién es el pícaro granuja
de tan curioso espíritu travieso?
Se trata del vecino entrometido
que ha venido a la dacha por un mes.
Para su breve tiempo de reposo,
le entregamos las llaves de la casa:
la borrasca de julio, el airecillo
de julio es nuestro huésped singular.
Julio, que cuando llega trae pelusa
de diente de león y de bardana;
que nos mete su luz por los balcones
y que todo lo charla en alta voz.
Desaliñado mujik de la estepa
que nos trae la presencia de los tilos
y la hierba olorosa, suave julio
que mete todo el campo en nuestro hogar.
1956
Boris Pasternak, incluido en Antología de la poesía soviética (Ediciones Júcar, Madrid, 1974, versión de Carlos Álvarez).
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tal vez julio en abril...
ResponderEliminarO en Rusia.
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