mientras en las encinas
tu nombre reluce
como el lujo en el corazón
de las horas que se derriten.
Ningún árbol de estas tétricas
tierras tiene la majestad
de abrazar tu ombligo.
Respira hasta que a la Madre
vuelvas. Se lleva el viento
el sudor sagrado de quien te gestó.
En vez de calor, te acaricia el frío
En vez de miradas, te miran las paredes
Los que te quieren, poderes les faltan.
Las leyes que no entienden del dolor
que padeces por no estar con los tuyos
no saben el peso de tus sacrificios.
El didjum que mandaron es el aceite
bendecido de la Tierra Madre
que cuenta con tu entrega.
Michel Feugain en Semillas de África (Amargord Ediciones, Madrid, 2017, fotografías de Zacharie Ngnogue).
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Poderosas las imágenes con las que el autor construye lo espacial y desde ahí genera la emoción.
ResponderEliminarAunque el poema, todo, es precioso, la penúltima estrofa es un poema aparte:
"Las leyes que no entienden del dolor
que padeces por no estar con los tuyos
no saben el peso de tus sacrificios."
Belleza pura.
Gracias por compartirlo.
Tienes razón, funciona bien por separado. Inteligente apreciación.
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