en gracia de lo mucho que por tu amor sufrí,
el día en que siguiéndome con paso irresoluto,
al campo santo vayas para volver sin mí.
Al convertirme en árbol, te ofreceré mi fruto,
será mientras exista mi sombra para ti...
después, cuando a mi vera, cual mármol impoluto
reposes, mis raíces han de abrazarte allí.
Bajo mi savia —¡oh virgen!— tu carne toda en germen,
ha de surgir de nuevo con todos los que duermen
en subterráneo génesis el sueño vegetal...
Y al envolver mi tronco tu floreciente traje,
arriba, luminosas, en el etéreo viaje,
daránse nuestras almas el beso sideral.
Gregorio Reynolds en El cofre de Psiquis (1918), incluido en Poesía boliviana. Donde la nieve y los ríos son míticos. Antología esencial (Visor Libros, Madrid, 2015, selec. de Homero Carvalho Oliva).
bellisimo!
ResponderEliminarDe acuerdo, si.
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