al redentor
de nuestro escarnio.
Yo no soy digna
del presente
que me trajo,
pero una caricia suya
sobrará para colmarme,
aunque el fruto no sea mío,
aunque su hijo lleve
en la mejilla
los besos de su madre
y yo no tenga nada que ofrecerle
sino lo seco de mis senos.
José santificó con su regalo
el vacío de nuestro lecho,
mas yo no tengo
una oración
para este niño,
no hay un manto
que le quite la miseria,
sólo espinas
que guardé en mi vientre
sólo polvo
que instalé en mi abrazo.
José quiso salvarme
con el cuerpo de su sangre,
partió su espíritu
para dármelo en la boca
y proclamar su gloria,
pero yo no soy digna de estos dones,
no merezco el pan caritativo
de la vida.
Nada,
ni siquiera un hijo ajeno,
puede interceder
por lo infértil
de mi carne.
Alina Hernández en Los hijos de Hernán, incluido en Astronave. Panorámica de poesía mexicana (1985-1993) (Ediciones de Punto de partida, México, 2013, comp. de Gerardo Grande y Manuel de J. Jiménez).
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