Es un dios silencioso que tiene los
brazos abiertos.
Cuando la hija de Thor espoleaba su
negro caballo,
le vio erguirse, de pronto, a la sombra
de un añoso fresno.
Y sintió que se helaba su sangre
ante el dios silencioso que tiene los
brazos abiertos.
De la fuente de Imer, en los bordes
sagrados, más tarde,
la Noche a los dioses absortos reveló
el secreto;
El Águila negra y los Cuervos de Odín
escuchaban,
y los Cisnes que esperan la hora del
canto postrero;
y a los dioses mordía el espanto
de ese dios silencioso que tiene los
brazos abiertos.
En la selva agitada se oían extrañas
salmodias;
mecía la encina y el sauce quejumbroso
viento;
el bisonte y el alce rompían las ramas
espesas,
y a través de las ramas espesas huían
mugiendo.
En la lengua sagrada de Orga
despertaban del canto divino los
divinos versos.
Thor, el rudo, terrible guerrero que
blande la maza,
-en sus manos es arma la negra montaña
de hierro,-
va a aplastar, en la selva, a la sombra
del árbol sagrado,
a ese Dios silencioso que tiene los
brazos abiertos.
Y los Dioses contemplan la maza
rugiente,
que gira en los aires y nubla la lumbre
del cielo.
Ya en la selva sagrada no se oyen las
viejas salmodias,
ni la voz amorosa de Freya cantando a
lo lejos;
agonizan los Dioses que pueblan la
selva sagrada,
y en la lengua de Orga se extinguen los
divinos versos.
Solo, erguido a la sombra de un árbol,
hay un Dios silencioso que tiene los
brazos abiertos.
Ricardo Jaimes Freyre en Castalia bárbara (1899), incluido en Poesía boliviana. Donde la nieve y los ríos son míticos. Antología esencial (Visor Libros, Madrid, 2015, selec. de Homero Carvalho Oliva).
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Excelente. Plasma escenas de riqueza mitologica en muy cálido lenguaje.
ResponderEliminarExtraordinario
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