palmas rojas de dioses con mensajes del cielo.
Un hombre con bastón va por la estrecha senda.
Le alcanza la carroza del reino de los muertos
con unas pocas almas con rumbo al infinito
allí donde el camino se ensancha; ya oscurece.
El anciano cojea por el camino helado
se detiene, mira hacia atrás. El árbol
sueña noches de invierno y luz azul de luna.
Ha transcurrido el tiempo; nunca había estado aquí:
sólo el fugaz instante. Corretean las ardillas
con su cara asustada, piel de la veleidad.
El anciano intenta buscar en sus recuerdos
su memoria lo lleva muy lejos de este bosque:
una nube violeta en un silencio eterno.
Mira atrás. ¿Qué era lo que he visto?
¿y dónde están los pájaros que cantaban antaño?
Hurga con su bastón en la lluvia de hojas,
su alma sube al árbol. Y habla el arce
con la voz de una vida olvidada.
Jóhann Hjálmarsson en Mig hefur dreymt thetta ádur (1965), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de José Antonio Fernández Romero).
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