delante de la cabaña de un guardabosques.
Junto a la puerta permanece la guardia del teniente
que allí, en la habitación, agoniza.
Desde las aldeas llega una muchedumbre.
Hubo de ser un caudillo de gran fortaleza y fama
cuando el pueblo así le llora
y pregunta impaciente por su estado.
El teniente ha mandado que ensillen su caballo,
un caballo famoso en cada lance.
Antes de que la muerte se lo lleve, quiere verlo de nuevo.
Ha ordenado que lo conduzcan ante él, a su presencia,
y que le traigan su uniforme de fusilero,
su machete, su cinturón, su munición.
Este viejo soldado, al igual que Czarniecki,
no quiere morir sin despedirse de sus armas.
Fuera ya el caballo de la estancia,
entró en ella un sacerdote acompañando a Dios.
Los soldados palidecieron de tristeza
y el pueblo, arrodillado, comenzó a rezar en el umbral.
Incluso los viejos soldados de Kosciuszko,
que tanta sangre propia y ajena derramaron
sin verter una lágrima, ahora lloraban
y elevaban plegarias con el sacerdote.
Al amanecer, empezaron a repicar las campanas de la capilla.
Ya no había soldados delante de la cabaña:
habían llegado los moscovitas a esta región.
El pueblo había venido para ver el cadáver
de aquel caballero que yacía en un mullido lecho
con una cruz entre las manos.
En la cabecera de la cama tenía la silla de montar y el abrigo
y el machete y la carabina a cada uno de los lados.
Pero este caudillo, aunque está uniformado,
¿cómo es que tiene un rostro femenino tan bello?
¿Y por qué tiene pecho? ¡Porque es una mujer!
Es una lituana, una mujer heroica,
es un caudillo de los insurrectos: ¡Ella es Emilia Plater!
Adam Mickiewicz, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).
Otros poemas de Adam Mickiewicz
Bonanza, Estepas de Akermán, Hilar amor..., Romanticismo
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: