se compone de rasgos de sangre, de viento,
de silencio, de nubes pálidas.
El canto de una voz hermosa gira
sin fin por encima de las colmas.
Rotos los vínculos, ¿cómo vivir?
Mi morada se encuentra en un lugar de escarcha.
Hace un frío horrible. Tú murmuras:
«Termina, tan sólo, el exilio.
La menta está de nuevo en flor,
la higuera ya da sus frutos.
Termina, tan sólo, el duelo.»
En tiempos atormentados tú sola,
hija del espliego, con el corazón sombrío,
tú sola puedes cantar así.
Mohammed Dib, incluido en Antología de poesía árabe contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1972, ed. y trad. de Leonor Martínez Martín).
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