Sinuoso o torrencial, color de plomo o transparente!
Senegal, Nilo, Sena, Ganges, Tíber y Volga,
Y el Congo, al discurrir por mis pestañas
Como en su lecho diario.
Y luego se allegó la amante inevitable:
La mar, lengua azul, bajo el paladar del cielo;
Pasa entre las gaviotas y las algas.
(Árboles microscópicos de vetustas florestas
Roídas por la sal y los gorgojos de los siglos.)
He consumido ya múltiples soles,
Y por ello, en el agua, mi memoria se vuelca
Muero y revivo como el mar
En cada soplo que tendría que exhalar;
En vez de olas, deseo noctilucas
Para ver si mi doble entre los hombres
Puede ser refulgente.
Jean-Baptiste Tati Loutard en El fuego del planeta (1977), incluido en Letras libres (Edición para España, febrero de 2003, selec. de Landry Wilfrid Miampika, trad. de Javier del Prado).
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