un santuario de la belleza y de las musas,
florece un edén rico en dioses!
Sólo la pobreza espiritual puede matar el invierno:
fuerza vuela a fuerza y brillo a brillo del norte.
¡Norte o sur! ¡Si sólo arde el alma!
¡Ciudad o campo! Que los espacios no sean demasiado pequeños,
un poco de cielo, algo verde de los árboles
para dar sombra ante las quemaduras del sol.
No está unida la felicidad al "dónde";
¿quién ha encontrado la dicha fuera de sí?
¡Ciudad o campo! ¡El mundo exterior es indiferente!
¡Pobre o rico! Sea melocotón o ciruela,
recolectamos desigualmente de los árboles de la vida,
tú recoges el tallo, yo sólo la rama.
No por ello pesa menos mi ligera comida;
el deseo del placer determina el valor de las cosas.
¡Pobre o rico! ¡Los felices son ricos!
¡Pálido o enrojecido! Sólo sobre las mejillas pálidas
hay nostalgia y amor, enfado y miedo,
sentimiento y consuelo para penurias ajenas.
El espíritu no brilla con la oleada de sangre,
otro espejo arde en la claridad solar.
¡Pálido o enrojecido! ¡Que el ojo no muera!
¡Joven o viejo! ¿Qué nos importan los años?
El espíritu está fresco, pero picaros son los cabellos;
también a mí se me encanece el cabello demasiado pronto.
Pero daos prisa, rizos, para teñiros brillantemente,
no es una pena adquirir la plata.
¡Joven o viejo! ¡Pero frío únicamente en la sepultura!
¡Sueño o muerte! ¡Bienvenidos, hermanos gemelos!
El día acaba, vosotros bajáis las pestañas.
Los sueños son la dicha y la penuria de la Tierra.
¡Demasiado corto el día! ¡demasiado rauda se va la vida!
¿Por qué tan bella y sin embargo se desvanece tan rápido?
¡Sueño o muerte! ¡Claro brilla el amanecer!
Karl Lappe, incluido en El Lied clásico. Haydn, Mozart y Beethoven (Ediciones Hiperión, Madrid, 2003, selec. y trad. de Judit G. Viloria).
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Un canto a la lucha de la vida, gracias, Paco.
ResponderEliminarSi, un bonito canto, místico laico, si me apuras.
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