Érase un joven que vivía con prudencia.
Érase un viejo que nunca protestaba, que nunca se enojaba.
Érase un rico que repartió sus bienes entre los menesterosos.
Érase un autor que de la fama ajena se alegraba.
Érase un aduanero que no robaba; un zapatero que no se emborrachaba.
Un soldado que no era petulante; un pícaro que nunca alborotaba.
Érase un ministro honrado que no pensaba en sí mismo.
Érase, finalmente, un poeta que nunca embaucaba.
—Pero ¿qué cuento es éste? Todo puede ser cierto.
—Verdad. Y, sin embargo, yo lo meto en los cuentos.
Ignacy Krasicki, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).
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