No es buena la inquietud. Pero permite
cambiar del negro al blanco.
A veces siento su atracción, pienso entonces en coger
este poder sin conciencia. De repente, sé que podría hacer volar
el árbol del ficus como un pájaro. Sin embargo,
dudo de la inquietud en lo cotidiano. Por eso siempre salgo
con la ropa elegante que uso normalmente, nunca con la otra.
Me canso cuando veo al ficus como una sintaxis de hojas
picadas por los insectos y eso que miro este árbol
muy pocas veces. Una tarde vi dos barcas al abrir la ventana
y tres pájaros desvelados sobre
las ramas del roble de India. Estas imágenes se van quedando en la memoria.
Pero nunca es buena la claridad. La inquietud es una emoción aún más abrupta
de la que nace la enfermedad de la retórica y de la incoherencia.
A lo largo del día pienso en las dos barcas infinitas y los tres
pájaros sobre las ramas del roble de India.
Creo que estas imágenes descansan profundamente detrás del ficus.
Sigo despierto, siempre con los ojos solitarios, vestido con la ropa elegante.
Es necesaria la conciencia viva, la advertencia de cada momento.
Pienso en el patio sucio, en el grito del aire, dónde está la llave,
la conciencia aguda queda despierta, sola, es vasta la luz total.
Alok Sarkar, incluido en La pared de agua. Antología de poesía bengalí contemporánea (Olifante Ediciones de poesía, Zaragoza, 2011, ed. y trad. de Subhro Bandopadhyay y Susana Agustín para este poema, adaptación de Violeta Medina).
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