El ajedrez de la muerte
se quedó en una pieza
Arrojo los naipes trémulo, incendiado,
y no dicen mi suerte
Y tuve una bestia de orgullo
que arrastró mi bestia
Moribunda,
una mujer pasea triste, descalza en la calle
Y es tarde para ser otro hombre
Salgo de mi casa, pontífice, ajeno,
con el crucifijo —una mujer—
colgado en mi tristeza
Si regreso, Señor,
quiero ser otro pero no Campos
¿Para qué vivir agarrado como loco al reloj?
Ya la gula de vivir se detuvo en mi garganta
Y mísera mi perra más odiada fue la angustia
Pero, Señor, yo converso en voz alta,
en voz baja converso, sí,
cosa distinta es que no oigas
antes, en otro océano,
arrepentí, modifiqué el pasado
Y tus ojos caminaron tristes, inmensos,
en las páginas de mis libros
Mañana partiré, me iré del todo
Aunque hoy puedo decir:
tengo amigos, no amo a mujer alguna,
el tétano del sol duerme en la ciudad de México
Marco Antonio Campos, incluido en Tigre la sed. Antología de poesía mexicana contemporánea 1950-2005 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2006, selecc. de Víctor Manuel Mendola, Miguel Ángel Zapata y Miguel Gomes).
Otros poemas de Marco Antonio Campos
Arles 1996-Mixcoac 1996
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: