miércoles, 2 de marzo de 2016

Poema del día: "Virgilio", de Maurizio Medo (Perú, 1965)

¿No es usted, acaso, el morador del limbo?
Entonces, ¿por qué susurró a Ghiso
desvístete perra?


La bella boloñesa por venderse fue apresada
cuando, en verdad, su hermano en mil cárceles
debiera pagar sus siete vidas por negarla.


¿Dónde cuenta la codicia sus monedas
si la usura nos lleva a tragar mierda?


Lo creía de otro porte, casi apolíneo.
No con esos mostachos de galán mexicano
obstinado en guiar a Francesca hacia el retrete.

¿Pero qué infame comedia es la que aparece?

Sus palabras a Hipsípila embaucaron;
como las de la joven, la confianza
de las otras mujeres, engañaron.


Sola, encinta, dejola en desperanza;
y por tal culpa sufre su destino,
cumpliendo de Medea la venganza,
advirtió la sombra en el bebedero.
Y en coro los Mandriles entonaron:
Esa descabellada lujuriante
que se rasca con las uñas, y
se acuesta y levanta a cada instante,
ella es Thais, la puta licenciosa.


¿Thais? ¿Yo?


Soy Gilda, Brivio, cuarto l7.


¿Qué clase de guía confunde a un condenado?


Maníaco depresivo, esquizoide y psicótica.


Pacitran pacitran.


No dije nada.


Mandril, ¿no era ese Virgilio?
¿Quién es el chato?
¿No es quien viene a guiarnos
entre lampos de hermosura?


—Lo siento.
El Dr. Méndez se ha marchado.

Maurizio Medo en Manicomio (Varasek Ediciones, Madrid, 2014).

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