Hasta el esplendor mismo de las plazas se acercan callejones
subversivos y devoradores, terriblemente encarnizados entre sí, muy abiertos,
como las cicatrices desgarradas en la carne desnuda de los edificios,
y llenos de basura que los arroyos sucios ya desbordan.
Las atestadas tiendas se apresuran hacia el aire libre.
Sobre las largas mesas desordenados trastos se almacenan:
vestidos y cotón, pescado, carne, fruta, en asquerosa hilera
están amontonados y con salpicaduras de las doradas llamas de la nafta.
Hiede a carne podrida y a pescado, adherido el olor a las paredes.
Un miasma meloso impregna el aire que anochece con suavidad.
Una vieja mujer escarba los desechos con sus ávidas manos.
De manera mecánica un mendigo ciego chirría una canción que nadie escucha.
Están sentados delante de las puertas, rodeando los carros.
Niños que gritan, andrajosos, en la pobreza de su juego,
en tanto un gramófono grazna, voces rotas de mujeres crujen
y a lo lejos retumba la ciudad bajo el rugido de los automóviles,
Ernst Maria Richard Stadler en Der Aufbruch (1914), incluido en Tres poetas expresionistas (Ediciones Hiperión, Madrid, 1998, selec. y trad. de Jenaro Talens).
Otros poemas de Ernst Maria Richard Stadler
Crepúsculo, Diálogo, Final de jornada, Viaje nocturno sobre el puente del Rhin en Colonia
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: